Invitación al viaje

Estás leyendo la primera editorial del proyecto digital de la revista Situaciones. Paralelamente estamos preparando el número 5 de la revista de papel que saldrá aproximadamente hacia el mes de Junio.  Con la revista digital queremos conseguir una mayor inmediatez en los contenidos, ampliar los temas que tratamos y abordar la crítica del arte y la cultura con un estilo más directo y breve. Por otro lado, nos gustaría establecer nuevas vías de conexión con los lectores a través de esta plataforma digital que haga posible la discusión sobre los temas que nos interesan. También, en cualquier caso, será una útil herramienta como archivo y base de consulta porque todos los artículos de los números precedentes podrán ser consultados y descargados desde aquí. La distribución geográfica de nuestros colaboradores y la inmediatez de internet nos permitirá una radical internacionalización de los contenidos que es una de las variantes que exige la cultura contemporánea.

Evidentemente, ampliar el proyecto de la revista Situaciones a su versión digital supone una buena dosis de optimismo en un contexto que tiende más bien hacia lo oscuro.
En el momento actual y desde Barcelona, el hecho más destacado sin duda es la radicalidad con la que los poderosos han decidido hacernos pagar la crisis a todos los demás. Los recortes salariales, los recortes en los servicios básicos del estado del bienestar, el aumento del paro y la precariedad, la adopción de medidas económicas que no hacen sino aumentar los efectos de la crisis, la universalización del lenguaje de la inevitabilidad de las medidas adoptadas y de la exigencia de sacrificios para “tranquilizar a los mercados” y “luchar contra el déficit” no hacen sino aumentar las contradicciones en las que estamos sumidos. La instalación de un lenguaje  prácticamente religioso al hablar de economía mediante el cual se nos exige sacrificio tras sacrificio (totalmente inútiles por otro lado) en aras de elementos absolutamente abstractos como los mercados, el capital, la evaluación de las agencias de rating, etc, no hace sino aumentar nuestra alienación y el fetichismo del sistema económico. Este planteamiento no hace sino ocultar bajo una capa de beatería religiosa la ferocidad de las relaciones humanas. Las consecuencias de la crisis y las medidas que se toman no afectan a todas las personas por igual. Al contrario, esconden un planteamiento ideológico que se basa en erosionar lo público y proponer lo privado como única tabla de salvación al tiempo que se retira a los de abajo derechos y servicios que tanto costó obtener.

¿Lucha de clases? Probablemente. Vivimos en una cultura y en unos tiempos en los que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Nos quieren hacer creer que este sistema económico no es un producto histórico y por lo tanto sujeto al cambio y la transformación, sino la situación natural del ser humano y de sus relaciones humanas, como el vivir en sociedad o tener hijos o transformar la naturaleza para alimentarse. Ni siquiera el fracaso monumental de este sistema que estamos viviendo o la realidad de los millones de parados, o la destrucción del medio ambiente, altera para nada este discurso.

¿Qué consecuencias tiene esto para la cultura en concreto para los artistas?
En este aspecto aquí y ahora se unen dos circunstancias: por un lado, los efectos de la crisis y una de sus consecuencias históricas: el giro político hacia la derecha. Podríamos decir que se une el hambre con las ganas de comer. Esto implica una radicalización del planteamiento antes esbozado. En Cataluña no hay presupuesto para la lucha contra el fraude fiscal y se elimina el impuesto de sucesiones, no se utilizan los instrumentos fiscales sobre las rentas del capital pero se recorta la sanidad, la educación, y los salarios de los trabajadores públicos se convierten en increíblemente menguantes.  Mientras tanto los artistas jóvenes están un poco perdidos entre tanta niebla. Vaya por delante que ni los artistas ni los jóvenes son los colectivos peor parados de la crisis. Seguramente, peor lo están pasando  los trabajadores o empleados de entre treinta y cuarenta años, con hijos pequeños, grandes hipotecas y sueldos precarizados. Ante una situación tan adversa, los artistas jóvenes tienen la oportunidad de marcharse unos años fuera, seguir con su formación,  realizar allá proyectos interesantes y cuando la cosa mejore, siempre pueden volver, si es su deseo. ¿Fuga de cerebros? Pues sí, evidentemente, pero la generación que tiene ahora entre veinte y treinta años es la mejor formada que ha habido y con una gran diferencia respecto a las anteriores:  tiene un grado más alto de internacionalización. Esta generación, mediante el estudio de idiomas, las estancias Erasmus y la posibilidad de viajar ha  conseguido romper con el histórico aislamiento de los estudiantes locales. Precisamente, ahondando en esta internacionalización y esa movilidad y en su imaginación saldrán adelante. Mucho peor lo tienen aquellos que por razones de edad o de situación familiar o económica no pueden acceder a marcharse y buscar otros horizontes más amables.

La realidad institucional del sistema del arte en Cataluña se está precarizando justo en un momento en el que había nuevos proyectos de espacios más experimentales y descentralizados respecto a la ciudad de Barcelona. Aunque merecen capítulos a parte, baste como muestra dos ejemplos: la reconversión del Espacio dedicado a centro de arte conocido con el nombre de El Canódromo, y el cierre del espacio Zero1 de Olot. Por lo que hace al primero se puede recordar que el poster central del nº4 de Situaciones reproducía una acción que el artista Xavier Arenós llevó a la práctica en aquel espacio. Se trata del antiguo Canódromo situado en la avenida Meridiana de Barcelona, obra del  arquitecto del GATCPAC, Antonio Bonet Castellana, fue su primer edificio en Barcelona cuando volvió del exilio en Argentina. Ante la necesidad de un centro de arte de carácter experimental y de investigación se optó por la restauración de este espacio. Mediante un concurso internacional se eligió un director y se le hizo un contrato.  Ahora, poniendo como excusa la situación económica, se ha decidido dar un giro radical al proyecto, rescindir el contrato al director, reubicar el proyecto en los espacios de la antigua fábrica de Sant Andreu Fabra i Coats y dedicar el edificio del Canódromo a una especie de vivero de empresas culturales denominado Barcelona Activa, que a su vez también es una empresa. Es un buen ejemplo de privatización de un proyecto público y de sustitución de la creación, la  investigación y la experimentación artísticas por la apuesta por lo empresarial. El segundo caso es más dramático porque supone directamente el cierre por parte del ayuntamiento de Olot de un centro de arte que estaba llevando a cabo una programación y unas actividades muy interesantes y de total contemporaneidad  fuera del circuito de grandes ciudades. El cierre de este centro, que ha merecido el premio de la ACCA (Asociación de críticos de arte de Cataluña)  de este año a su trayectoria es una pésima noticia para los demás centros que están realizando una fantástica labor en diversas ciudades de mediano tamaño por gran parte de Cataluña: Mataró, (Can Xalant)  Vic, (ACVIC) Girona, (Bòlid)  Figueres, (Museu del Empordà), Lleida (La Panera) etc.  De ellos depende la extensión por el territorio catalán de los contenidos de la contemporaneidad y de la generalización, a partir del trabajo con los centros de enseñanza, del gusto por el arte y la cultura. Aunque sólo sean dos ejemplos ya nos muestran los dos polos extremos ante los que nos encontramos: privatización / eliminación y entre medias, precarización generalizada. Ante esta situación no parece que sea una opción desdeñable el cambio de aires si las circunstancias personales lo permiten.

Antonio Ontañón
Director de Situaciones 

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