La joyería en España ha experimentado cambios importantes en las últimas décadas, distanciándose del ámbito tradicional de las artes aplicadas comprendidas como un oficio. Me refiero a cambios y actitudes de carácter más experimental, aunque sigue produciéndose en gran medida una joyería comercial y anclada en funciones, materiales y formas más tradicionales. Desde los años sesenta del pasado siglo algunos joyeros empezaron a investigar nuevas maneras de entender el objeto cuestionando las diferencias entre artesanía, diseño y arte. Aunque nuestro país adolece de una práctica creativa extensiva en la joyería a diferencia de lo que ocurre en otros países occidentales, joyeros pioneros, especialmente en Catalunya, sentaron las bases creativas para las nuevas generaciones, de entre ellas destacan las piezas de Sònia Serrano.
Inició su formación en la especialidad de gemología y durante la primera mitad de la década de los noventa se tituló en joyería en la Escola d’Arts i Oficis de la Diputació de Barcelona, actualmente Escola d’Art La Industrial, de la que es profesora de proyectos y gemología desde entonces. Más tarde se graduó en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona especializándose en escultura. Siempre ha combinado la tarea docente con su trabajo creativo. El interés por el trabajo volumétrico en metal del joyero Xavier Domènech y el estudio de las esculturas de Jorge Oteiza y Eduardo Chillida fueron algunos de los referentes iniciales que animaron sus primeras producciones. Serrano afirma sentirse muy a gusto con todo lo tridimensional: “…todas las joyas que hago las entiendo como pequeñas esculturas. Son pequeños objetos, pequeñas esculturas llevables”.
La joyería contemporánea
El contacto con la joyería europea contemporánea de carácter más artístico y con un lenguaje propio la ha estimulado en la búsqueda de un lenguaje más personal. Fue en este sentido que empezó a realizar colgantes, broches y anillos con materiales experimentales como la resina traslúcida, la porcelana y la combinación de los dos materiales, con formas elegantes, de líneas suaves y aspecto delicado y ligero. La joyería artística, también llamada contemporánea, parte de la noción de obra única y original o de corto tiraje, como la escultura (que o bien es obra única o es un múltiple de entre seis y diez piezas). Así pues, se aleja tanto de la joyería tradicional, más interesada por formas, tipologías y materiales clásicos (metales nobles y gemas) como de la denominada joyería de diseño, muy bien estudiada, funcional y seriada, de tiraje más largo y de carácter industrial.
Otro punto de referencia importante en el desarrollo de su trabajo ha sido la joyería nórdica, sobretodo la finlandesa que apareció con fuerza en los inicios del milenio de la mano de mujeres joyeras. Hasta entonces, y en general, la joyería era una actividad muy masculina, en las escuelas estudiaban más chicos que chicas, pero en los últimos años ha aumentado el número de mujeres respecto a los estudiantes masculinos, siendo actualmente mayoritariamente femenina. El papel de la mujer joyera empezó a tomar una gran relevancia, ya no solo por la cantidad de joyeras sino por el tipo de joyas que realizaban y Serrano relata cómo se interesó por aquellos trabajos: “La escuela de Lappeenranta en Finlandia fue una escuela muy potente, creó un grupo de joyeras que a nivel europeo tuvo un gran impacto llamado Hibernate. Además en esos años la joyería introdujo con fuerza lo textil y lo manual. En cuanto a conceptos se empezó a trabajar la memoria, los vínculos con la familia y seres queridos y en definitiva todo aquello referido a lo sensible en contraposición a una joyería más tradicional y fría. Eso me interesó, pero llegó un punto que todo era un tanto excesivo. Si no te vacías por dentro, en una especie de catarsis, parece que no estés haciendo una obra sincera y coherente y tampoco se trata de eso. Cada cual explica lo que quiere explicar. La joyería es un canal como cualquier otro tipo de arte, pero también cada cual se implica a diferente nivel, hay quien quiere explicarlo todo a través de la obra y hay quien no, y tan lícita es una cosa como otra”.
La cuestión del estilo
Su manera de trabajar se basa en: “cómo puedo llevar cosas que no le son propias a la joyería. Introducir materiales diferentes y técnicas que no son habituales…me motiva a investigar”. Serrano estudia una técnica o un material y busca nuevas propuestas y soluciones, pero una vez conseguido deja de interesarle y aborda un nuevo reto. La carga estética del objeto no es la finalidad última de su trabajo, no porque esta carga no exista, sino porque a diferencia de otros joyeros no se interesa por unas características formales que hagan reconocibles sus joyas desde la noción de estilo. Ella misma se posiciona sobre este aspecto: “…las piezas no siguen una línea y muchas veces no se reconocen, o quizá sí que se puedan reconocer que son mías. Aunque no sea muy evidente supongo que hay algo que sí se mantiene constante. Hay en cambio otros joyeros que mantienen un estilo a lo largo de toda su trayectoria, no es mi caso”. Sí bien es cierto que sus intereses han ido variando con el tiempo, hay tres premisas que determinan sus piezas como características reconocibles: líneas bastante claras, buen acabado y ausencia o poca ornamentación, y en este último aspecto Serrano hace hincapié en la noción de “menos es más”, idea sobre la que insiste a sus estudiantes al tratar el ornamento, pero sin caer en el funcionalismo puro ni en la geometría del minimalismo.
Juego poético
Sus piezas más recientes han dado un giro, en la serie Paisajes de interior ha introducido nuevos elementos que las reconfiguran y abre nuevos aspectos en la concepción de la joya como arte, utiliza nuevas técnicas y ello también muestra su interés por la interdisciplinariedad. Algunas de las piezas presentan formas más orgánicas y una cierta textura en algunas de sus partes, contrastando con superficies más pulidas. Todas ellas incorporan una imagen realizada en transfer y aquí destaca su gran experiencia y conocimiento en gemología, son imágenes del interior de las gemas vistas a través del microscopio: “…lo que me interesa es lo que hay en el interior de las piedras, las inclusiones que podemos ver con lupa y con microscopio, que nos dicen cómo se ha formado aquel mineral, si es natural, si es artificial, si es natural pero lo han modificado de alguna manera, hay muchas marcas que deja la naturaleza dentro de la piedra y esto es una cosa que siempre me ha interesado mucho. Estas joyas tienen imágenes de estas gemas vistas al microscopio, de alguna manera la gema está sin estar ya que solo vemos la imagen de lo que hay en su interior”. Serrano se abre al mundo y lo ofrece sin medias tintas, quiere que el espectador vea aquello que ella tiene el privilegio de ver: “…es mostrar a la gente algo que yo puedo ver cada día y la mayoría desconoce”. Y efectivamente, las imágenes son como paisajes, pero también dan paso a la evocación poética e imaginativa de formas extrañas e imágenes que aparecen como prefiguraciones, como algo que está en proceso de formación.
Serrano intensifica la visualidad, empuja al espectador a agudizar la mirada y a preguntarse qué está viendo. Desentrañar el simulacro y lo aparente ha sido condición y voluntad de algunos creadores desde hace décadas. Mostrar los mecanismos subyacentes a la construcción de la obra, desvelar los recursos representacionales o desmontar estructuras han caracterizado una parte de la producción artística, han tratado de desvelar lo que no podemos percibir directamente con el fin de ofrecernos nuevas narrativas.
Bien se pueden inscribir sus piezas en este sentido, pero dado que ha recurrido a la tecnología óptica también podemos preguntarnos si la tecnología visual amplia la realidad como un apéndice de nuestro cuerpo que nos permite apreciar aquello que nos estaba negado antes de su desarrollo -quizá, también como una especie de cirugía- o nos abre a la creación de mundos como un nuevo artificio. La ambigüedad de las imágenes nos enfrenta a la paradoja de lo real en lo confuso, dicho de otro modo: lo borroso, indeterminado, impreciso, eso es lo real.
Otro aspecto interesante es cómo se posiciona frente al mundo de las gemas aplicadas a la joyería. Aunque no hay una voluntad abiertamente crítica en su uso, Serrano considera que las gemas, mal llamadas piedras preciosas: “…tienen un punto esnob y mercantilista, están claramente vinculadas al lujo y a cierta gente no le cuadra que me interesen unas cosas tan superfluas”, pero al partir de su aspecto al microscopio le da vuelta a valores bastantes subjetivos infundidos a ciertas gemas como los diamantes, rubíes o zafiros, cuyo atractivo tiene mucho de moda y tradición cultural.
Artista y artesano
Respecto a su actividad dentro de la joyería contemporánea aparece de nuevo el debate entre artista y artesano. La noción de arte dentro de la joyería parece imprimir a las piezas y a la actividad un nuevo sentido que tiende a la aspiración de superar la infravaloración histórica de la artesanía. Este anhelo es absolutamente legítimo y como se apuntaba al principio la joyería ha experimentado una revolución en todos sus aspectos con la producción de piezas y líneas de trabajo imaginativas y rompedoras. Pero Serrano no entiende su propia actividad como exclusivamente artística: “…no me considero artista, no me he considerado nunca como tal, me da un poco de alergia la palabra artista. Los joyeros a veces quieren que se reconozca que lo que hacen es arte, lo que yo hago será arte para unos y para otros será artesanía, pero a mí me da igual. Yo me siento bien haciéndolo. ¿Si soy una buena artesana? Si alguien me reconociera este mérito estaría muy satisfecha. Debo decir que en el mundo de la joyería contemporánea hay algunos egos muy grandes con una formación un tanto reducida. Primero has de tener referentes, conocer la obra de pintores, escultores, fotógrafos o arquitectos, y saber también qué se está haciendo en el arte actual. Además, para mí es importante la interdisciplinariedad. No hago videoarte o instalaciones, pero me gusta verlas, creo que es importante conocer otras disciplinas. De todo esto relacionas y analizas otras cosas y ello hace que tu obra pueda ser más interesante. Pienso que la joyería es un tanto endogámica, un mundo en el que todos nos conocemos y donde sin querer acabamos haciendo joyas para otros joyeros. A las exposiciones de joyería contemporánea básicamente asisten otros joyeros, es necesaria una apertura, que se conozca más lo que hacemos y abrirnos más a nuestro entorno”.
Las tipologías en las que trabaja Serrano en sus últimas series son el colgante y el broche, piezas que permiten una mayor experimentación: “…tienes más espacio y es un poco más neutro, se entiende como el lienzo del pintor, tienes ese espacio en blanco donde empezar a trabajar”. Son las tipologías más comunes en la joyería contemporánea de carácter más artístico, mientras que los anillos y pendientes: “… podría decirse que están mal vistos por ser demasiado utilitarios y comerciales y porque además tienes menos espacio para hacer cosas”. El broche también se ha convertido en un tipo de pieza más unisex dentro de la joyería contemporánea y como pieza única: “…lo llevan indistintamente hombres y mujeres sobre todo en centro Europa o los países nórdicos, aunque en España no tiene demasiado éxito”. Al mismo tiempo le permite desarrollar el volumen y experimentar con las texturas.
Objetos deseables
Las joyas son utilizadas desde los orígenes de la humanidad mucho antes de la orfebrería y el uso de gemas y sus funciones son variadas, desde el prestigio y distinción de un estatus social, a su valor como inversión y acumulación de riqueza, pueden tener una gran carga simbólica con un valor emocional, religioso o mágico, o ser distintivas de un rol social, una moda o el gusto estético personal. Serrano entiende que la joyería contemporánea como pieza única también entraña otro sentido diferente: “… tú compras aquella pieza de aquel autor porque te transmite algo. La joyería tiene algo de objeto deseable que es muy interesante. A menudo trabajo el tema del tacto, para mí el uso de la joya como talismán es importante. Estuve trabajando mucho con porcelanas que son muy agradables al tacto y con resinas que son piezas grandes que puedes llevar en el dedo e irlas tocando, o llevarlas en el bolsillo e ir jugando con ellas. Trabajo mucho la calidad de las superficies, trato de generar objetos que dé gusto tener en las manos, que dé gusto tocar. Son pequeños objetos de deseo, pero no solamente por su valor económico, creo que eso cada vez es menos importante. Afortunadamente la gente ya está valorando otras cosas”.
La joya tiene múltiples funciones para quien la adquiere y ya no es solo un objeto llevable a la vista de todo el mundo; La pieza se convierte en un juego de placer para quien la realiza y para quien la posee. Las joyas de Serrano en el contexto de la joyería artística se pueden situar, sin duda, entre ese deseo, el buen hacer y su cualidad narrativa: evocadora.