A diferencia de un artículo anterior, éste se plantea desde la óptica de una experiencia personal que, como tal, carece de pretensiones, aunque no, espero, de cierto interés.
El inicio: casualidad 1
Andaba yo ocupado en otro de los temas a los que me dedico desde hace un tiempo: lo común (traducción apresurada de commons). Encontré en un texto, que ahora no hace al caso, la referencia a algunos fragmentos de Heraclito sobre lo común y, casi sin querer, tropecé con el siguiente aforismo:
EL CARÁCTER DEL HOMBRE ES SU DESTINO, traducción habitual de ÊTHOS ANTHRÓPOI DAÍMON.
Para estar más seguro consulté el libro de García Calvo[3]. Su versión, que aparece con el número 118, es la siguiente:
SU MODO DE SER [ÊTHOS] ES LO QUE ES PARA UN HOMBRE [ANTHRÓPOI] SU GENIO DIVINO [DAÍMON]
Se comprenderá fácilmente que la reflexión en torno a este aforismo y la explicación que García Calvo aporta, me comportó un cierto cansancio. Para cambiar de aires mentales me puse a leer un artículo, concretamente, una entrevista de Jesús Ruiz Mantilla al cantaor Duquende (EL PAÍS, Babelia 12.01.13), en la que el artista decía:
“Yo soy muy tímido, me gusta decir pero no digo. A mí el flamenco me atormenta. Me como la cabeza, intento mejorarme cada día, canto hasta que me rompo, la gente queda contenta y yo puedo dormir a gusto”.
Pero hay noches que resulta imposible –añade el entrevistador- Entonces a Duquende le cambia el humor. Le entra miedo. Pierde el duende.
“El duende es una persona que anda metía dentro de uno. Y no lo haces bien, te castiga. Para que salga necesitas acariciarlo. Hay días que si no quiere no debes hacerle ningún reproche para que no se enfade. El duende es el inconsciente” (yo subrayo).
Parece cogido por los pelos, pero a mi me pareció que ente el daímon de Heraclito y el duende de Duquende (como se sabe, término habitual en el flamenco) había, si no una identificación absoluta, al menos una relación más o menos cercana.
Era inevitable investigar un poco más en este asunto. El siguiente paso me condujo -¿casualmente? al siguiente artículo que encontré buceando en internet.
La continuación: casualidad 2
El artículo era la transcripción de una conferencia de Federico García Lorca titulada Teoría y juego del duende, pronunciada 20 de octubre de 1933 en la Sociedad de Amigos del Arte de Buenos Aires.
Dice el poeta:
“Manuel Torres, el hombre de mayor cultura en la sangre que he conocido, dijo, escuchando al propio Falla su Nocturno del Generalife, esta espléndida frase: ‘Todo lo que tiene sonidos negros tiene duende’. Y no hay verdad más grande.
“El duende de que hablo, oscuro y estremecido, es descendiente de aquel alegrísimo demonio de Sócrates, mármol y sal que lo arañó indignado el día en que tomó la cicuta.”
Estos sonidos negros son el misterio, las raíces que se clavan en el limo que todos conocemos, que todos ignoramos, pero de donde nos llega lo que es sustancial en el arte. Sonidos negros dijo el hombre popular de España y coincidió con Goethe, que hace la definición del duende al hablar de Paganini, diciendo: “Poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica”.
Sigo la pista de Lorca y así, buscando en Google referencias a Paganini, encuentro:
“Era tanto su personalidad creativa y artística, y tan descomunal su poderío sobre el instrumento, que se ha creído ver en él la imagen del mismísimo demonio. En torno a ello han circulado varias leyendas de carácter diabólico así como opiniones tan válidas como las del propio Goethe: ‘En Paganini se revela en grado extremo el demonismo’”.
Esta última aparece en todos los resultados de Google consultados, por lo que parece que es la “famosa” frase de Goethe; lo que no quita que la cita de García Lorca sea muy significativa.
Sea como fuere, Lorca me ofrece el eslabón perdido, podría decirse, entre Heraclito y Duquende, a través por lo tanto de Socrates, Goethe o Paganini, para mencionar únicamente a los autores citados.
La indagación
Ya estaba convencido por Lorca de la íntima relación entre el daímon y el duende. Sin embargo me pareció oportuno volver a examinar alguna de las referencias.
En primer lugar, Heraclito.
Demos la palabra a García Calvo. Según él, del fragmento considerado caben dos interpretaciones
1/ êthos, anthrópoi daímon (daímon Predicado): “El modo de ser, es para un hombre algo como un genio divino.
2/ êthos antrhópoi, daímon: (êthos Predicado): “El modo de ser que un hombre tenga, eso es lo que es el genio divino.
“Con la primera lectura, aparentemente moralística, se exalta el valor del êthos en cuanto se le atribuye el rango y poder de un daímon; con la segunda, más bien ateística, se amengua o anula el prestigio del daímon en cuanto que se le reduce a ser el êthos de cada hombre.”
Entre otras acepciones de daímon, García Calvo menciona “el uso que Sócrates hizo, ni en broma ni en serio, de su demonio, aquél que nunca le animaba a nada, pero le decía ‘No’ de vez en cuando, es un uso fiel a ese sentido que daímon había tomado desde mucho antes, pero además lo escurridizo del demonio socrático, que nunca se deja saber si es un ángel exterior a la persona o si está en ella, como voz de la conciencia, revela bien algo que ya razón pretende en la sentencia heraclitana con este salto de Tema a Predicado, en los dos sentidos, de modo de ser de uno a ángel guardián, y viceversa. Y para este paso también es ilustrativa la historia de la palabra genius que de significar la divinidad adscrita, ha llegado a valer entre nosotros para el genio, e.e. temperamento y reacción característica, de la persona. (Yo subrayo)[4]
Es en la “Apología de Socrates”[5] donde aparece el daímon.
La Apología, como es bien sabido, relata, por boca del propio Sócrates, el juicio a que se ha visto sometido, a partir, por un lado, de la acusación de Meleto de que “Sócrates comete delito y se mete en lo que no debe al investigar las cosas subterráneas y celestes y al enseñar estas mismas cosas a los otros” (p. 16 [19b]).
En su defensa a esta acusación dice Socrates:
“Quizás pueda parecer extraño que yo privadamente, yendo de una parte a otra, dé estos consejos y me meta en muchas cosas, y no me atreva en público a subir a la tribuna del pueblo y dar consejos a la ciudad. La causa de esto es lo que vosotros me habéis oído decir muchas veces, en muchos lugares, a saber, que hay junto a mí algo divino y demónico; esto también lo incluye en la acusación Meleto burlándose. Está conmigo desde niño, toma forma de voz y, cuando se manifiesta, siempre me disuade de lo que voy a hacer, jamás me incita.” (p. 35, [31d]) (Yo subrayo)
Pero ya no sucede lo mismo cuando ha sido condenado a muerte, puesto que el daímon no se manifiesta negativamente, lo que significa que la muerte no es un mal al que Sócrates debiera escapar:
“Pues bien, la señal del dios no se me ha opuesto ni al salir de casa por la mañana, ni cuando subí aquí al tribunal, ni en ningún momento durante la defensa cuando iba a decir algo. Sin embargo, en otras ocasiones me retenía, con frecuencia, mientras hablaba. En cambio, ahora, en este asunto no se me ha opuesto en ningún momento ante ningún acto o palabra. (…) Es probable que esto que me ha sucedido sea un bien, pero no es posible que lo comprendamos rectamente los que creemos que la muerte es un mal. Ha habido para mí una gran prueba de ello. En efecto, es imposible que la señal habitual no se hubiera opuesto, a no ser que me fuera a ocurrir algo bueno”
(p. 48,9,[40b-c])
Aunque el demonio (o dios) de Sócrates se diferencia del duende de Duquende en la actitud, “negativa” podríamos decir del primero, positiva o activa del segundo, en ambos casos se trata de una voz interior. Pero también hablamos de dos personajes muy distintos: un filósofo y un cantaor, pese a lo cual el propio Lorca afirma, como acabamos de ver, la identificación entre daímon y duende.
Conclusión: dudas e hipótesis
¿Que se puede concluir? Quizás únicamente plantear dudas y formular alguna hipótesis en torno al papel e importancia del daímon en la cultura popular europea.
Un aspecto importante del duende, daímon, o demonio: la persecución de la brujería en Occidente, que constituye un episodio importante en el intento de acabar con la cultura popular, encarnada significativamente por las mujeres. La acusación: estar poseídas por el demonio[6]. No es casual que la ofensiva contra las mujeres, a través de su facilidad para convertirse en agentes demoníacos, se inserte en la lucha para imponer el capitalismo. El triunfo de la acumulación primitiva requirió la derrota de las formas culturales de resistencia que denominamos, resumidamente, cultura popular.
Desde esta perspectiva podríamos atrevernos a señalar que la cultura popular (¿tradicional?) en Occidente ha adoptado formas de resistencia clandestinas; la cultura popular habría sobrevivido bajo el manto protector del duende y, en particular, a través de la música.
Lo que me conduce a la segunda hipótesis: la música tiene un papel relevante en la pervivencia de la cultura popular, y, en particular, de su continuidad. El duende-demonio-daímon sería el secreto e íntimo portador de esta cultura popular. En todo caso, no sólo la música aparece como hilo conductor de la cultura popular en Occidente, sino que, incluso puede verse como una expresión de resistencia.
Así, por ejemplo, una manifestación actual -y no folklórica- la encontramos en las intervenciones que se producen desde hace algún tiempo en Andalucía en algunas oficinas bancarias consistentes en “ocupar” por un rato el espacio de entrada para cantar y bailar flamenco con letras reivindicativas, conocidas en términos generales como “flashmob”: Ver, entre otros, los videos: flo6x8/ Bankia, pulmones y branquias (bulerías) – YouTube, o www.flo6X8.com Flashmob Rumba Rave “banquero” – YouTube.
Sin embargo, tal como señala Lorca, el daímon “es sustancial al arte” y no se limita sólo la cultura popular. Llámese como se llame (o incluso sin nombre) en todo artista, sea o no “popular”, se oculta esa inefable presencia.
Por cierto, ¿Será el duende, tal vez, el inconsciente, según refiere Duquende?
Si el duende no sólo se manifiesta en la cultura popular ¿Todo creador, todo filósofo que tiene realmente algo que decir, alberga un demonio en su interior?
Surgen más preguntas cuyas respuestas no conozco y que solo una indagación más profunda y rigurosa podría contestar, tarea que, por ahora, está fuera de mi alcance.
Todo ello es, sin duda, un buen fruto de la casualidad…
[1] Para ‘Heraclito’ adopto la ortografía de García Calvo.
[2] “Observaciones sobre la cultura popular”, en SITUACIONES, 4.
[3] Agustín García Calvo, RAZÓN COMÚN. Edición crítica, ordenación, traducción y comentario de los restos del libro de HERACLITO. Editorial Lucina, Madrid, 1985.
[4] Ibíd. p. 326.
[5] Platón, Apología de Sócrates, Madrid, Gredos, 2000.
[6] Ver el importante trabajo de Silvia FEDERICI, Calibán y la bruja. Mujeres cuerpo y acumulación originaria. Madrid, Traficantes de Sueños, 2010 [2004]