Observaciones sobre la cultura popular

El economista y profesor de la UAB Robert Tomàs desarrolla en este artículo algunos de los aspectos más importantes de la cultura popular. De esta manera, profundiza y enlaza con las ideas que en Situaciones 3 los artistas Pere Noguera e Isabel Banal expusieron sobre la relación entre arte contemporáneo y cultura popular y nos hace ver qué enseñanzas podemos obtener en la actualidad de esta sabiduría antigua.

La ‘culture populaire’ suppose une opération qui ne s’avoue pas. Il a fallu qu’elle fût censurée pour être étudiée.  Elle est devenue alors un objet d’intérêt parce que son danger était éliminé” Michel de Certeau [1]

Et ce système du monde, pourrait-on dire, fut assassiné. Tout simplement parce qu’il était celui d’une civilisation presque exclusivement rurale et parcellisée, alors que l’avenir appartenait aux villes, au dynamisme capitaliste, à la centralisation et à l’absolutisme, à l’Eglise établie” Robert Muchembled [2]

All sorts of colonizers and developers have tried to dissolve  their [indigenous peoples] cultures and to cancel their traditions; to transform them into folklore and reminiscences of social orders imposed by succesive dominants groups”  Gustavo Esteva y Madhu Suri Prakash [3]

Las citas [4] que anteceden formulan lo que va a ser el propósito de estas breves observaciones: reivindicar la actualidad  de la llamada cultura popular más allá de sus manifestaciones estéticas y su valor patrimonial.

La destrucción de la cultura popular (tradicional, europea) y su asimilación al folklore, no es más que un precedente de la continua destrucción a que se ven sometidas las culturas vernáculas de todo el mundo como consecuencia de la desbocada acumulación capitalista.


1. El progreso y la folklorización de la cultura popular

Un gran pecado de nuestro tiempo, del que nosotros muchas veces no podemos ni siquiera escapar, es la reducción de las culturas al folklore” Raimon Panikkar [5]

Paralelamente a la valorización de los aspectos estéticos de las culturas populares, se sigue produciendo una sistemática desvalorización de todos sus demás aspectos, esencialmente técnicos y económicos. Así, mientras otorgamos a la artesanía popular la dignidad de lo artístico, desde el descubrimiento del arte “primitivo” por la vanguardias artísticas occidentales, condenamos con igual entusiasmo sus formas de vida, su técnica, su economía, sus formas políticas, como otras tantas reliquias del pasado.

En otros términos, valoramos todo aquello que no está sujeto al progreso, es decir, lo vinculado al ámbito estético, mientras que, en aras de ese mismo progreso, -que impregna la técnica y la economía-, declaramos que las sociedades y culturas que han dado origen a incuestionables creaciones del espíritu, no son más que etapas superadas en el camino hacia el Progreso Ilimitado que, no casualmente,  lidera la Modernidad Occidental, consideraciones que no sólo aplicamos a las culturas de otros continentes, sino también a nuestra propia cultura, es decir, la cultura popular tradicional europea.

Como señala Muchembled, la Iglesia y el Estado fueron los agentes principales de la destrucción de la cultura popular tradicional, proceso que tuvo como consecuencia la infantilización de las masas populares, mediante la

“la diffusion d’une nouvelle culture de masse, aliénante et très différente de leur ancienne vision du monde” [6].

La actual cultura de masas puede por lo tanto ser vista como un sucedáneo de aquella cultura a la que el “pueblo” pertenecía, mientras que, actualmente, la cultura es algo que se posee, o mejor, se consume individualmente, por lo que resulta plenamente congruente hablar, con Debord, de sociedad del espectáculo.

En esta sociedad la “cultura popular tradicional”, reducida a la fiesta, la artesanía y las tradiciones populares puede ser ofrecida como consumo adicional a los atractivos del turismo de masas.

Esta es la consideración administrativa de la cultura popular que aparece como un sub-apartado entre otros muchos de los departamentos de Cultura. Por ejemplo, el CoNCA [7] afirma que

“(…) la cultura popular, asociada habitualmente también al término “tradicional”, es, en general, un concepto indefinido. (…) cultura popular no es solamente una fiesta; es también la pervivencia material (oficios), industrial o comercial” [8]

Así, queda la cultura popular incorporada a un variopinto muestrario de acontecimientos, cada uno de ellos beneficiado de una específica situación administrativa, dentro del correspondiente departamento de Cultura, conviviendo con otras actividades [9].

La reivindicación en la dimensión estética a la que la Modernidad la ha encerrado a la cultura popular es una batalla tan meritoria como inútil.

Sólo si somos capaces de abandonar el Progreso como punto de observación, podremos examinar sin prejuicios los aspectos de nuestra cultura popular tradicional ( y de las demás culturas vernáculas) , y descubriremos que algunos de ellos nos ofrecen enseñanzas de la mayor actualidad.


2.
 El necesario reconocimiento de la dignidad de todas las culturas

En 1500 (…), la cultura popular era una cultura de todos; una segunda cultura para los más instruidos, y la única para el resto. Sin embargo, en 1800 y en la mayor parte de Europa, el clero, la nobleza, los mercaderes, los de profesiones liberales –y las esposas de todos ellos- habían abandonado la cultura de las clases más bajas, de los que estaban separados –ahora más que nunca- por profundas diferencias en cuanto a la visión del mundo. Uno de los síntomas que nos indica esta retirada, es el cambio de significado del término ‘pueblo’, cada vez menos utilizado para referirse a ‘todos’ o las ‘personas respetables’ y sí para indicar al ‘pueblo común’” Peter Burke [10]

Es instructivo lo que explica Fernand Braudel en Écrits sur l’histoire, donde señala que la palabra  cultura:

ne prend vraiment son sens particulier de culture intelectuelle qu’avec le milieu du XVIII siècle. A notre connaissance, civilisation apparaît por la première fois, dans un ouvrage imprimé, en 1776. (…) Dès sa naissance, il désigne un idéal profane de progrès intellectuel, technique, moral, social. La civilisation, ce sont les ‘lumières’. (…) A son opposé, se place la barbarie: sur celle ci, celle là s’affirme une victoire difficile, nécéssaire” [11]

No abandonemos todavía a Braudel quien, unos párrafos más adelante explica que

vers 1850, après bien des avatars, civilisation (et en même temps culture) passe du singulier au pluriel. (…) Civilisations ou cultures au pluriel, c’est le renoncement implicite à une civilisation qui serait définie comme un idéal, ou plutôt l’ideal; c’est en partie négliger des qualités universelles, sociales, morales, intellectuelles qu’impliquait le mot à sa naissance. C’est déjà tendre à considérer toutes les experiences humaines avec un égal intérêt, celles d’Europe comme celles des autres continents [12]

La pluralidad cultural que señala Braudel significa, por consiguiente, el necesario abandono de la preeminencia que otorgaba a la Modernidad Occidental . Lamentablemente esta perspectiva continua siendo minoritaria, aunque cada vez más se alzan voces que la defienden, entre las que me gustaría mencionar la de Raimon Panikkar. Durante la celebración de la Conferencia Internacional, Después de 500 años de resistencia. La diversidad como proyecto de futuro, celebrada en Barcelona en  junio de 1992, Raimon Panikkar pronunció la conferencia de clausura, en la que sintetizó su visión de la pluralidad cultural en lo que él mismo denominó su “novenario cultural” intercultural, del que es oportuno destacar:

Primero. La cultura no es sólo una forma de vivir y de ver  el mundo y la vida; sino que nos abre a una nueva realidad, a un nuevo universo. Cada cultura vive y crea su universo. (…)” “Segundo. La cultura no es un objeto, ni siquiera un objeto del pensamiento, y por ello no se puede manipular con meros conceptos. No está siquiera sujeta a nuestra voluntad; es el mito englobante”. (…) “Cuarto. La interculturalidad no se puede reducir a formas secundarias, y, en consecuencia a folklore (…)” [13]

En otros términos, de lo que se trata es de rescatar la cultura popular del folklore y restituirle la dignidad de una cultura que, en Europa sucumbió ante la Modernidad y que la propia Modernidad ha recuperado en términos marginalmente “culturales”.


3. La cultura popular europea en la transición al capitalismo

El capitalismo fue la contrarrevolución que destruyó las posibilidades que habían emergido de la lucha anti-feudal –unas posibilidades que, de haberse realizado, nos habría evitado la inmensa destrucción de vidas y de espacio natural que ha marcado el avance de las relaciones capitalistas en el mundo. Debe ponerse énfasis en este aspecto, pues la creencia de que el capitalismo evolucionó a partir del feudalismo y de que representa una forma más elevada de vida social aún no se ha desvanecido” Silvia Federici [14]

Es significativa la renuncia de Silvia Federici  a denominar “cultura popular” a lo que califica de lucha anti-feudal, excepto para señalar, como de pasada, que Peter Burke denomina “campaña contra la ‘cultura popular’” lo que para la autora ha sido un proceso “disciplinamiento social” [15].

Brevemente, el análisis de Federici se plantea desde dos puntos de vista, el primero “feminista, evitando las limitaciones de una ‘historia  de las mujeres’ separada del sector masculino de la clase trabajadora”, y en segundo lugar la conciencia de que en la actualidad se da

“el retorno a nivel mundial de un conjunto de fenómenos que usualmente venían asociados a la génesis del capitalismo. Entre ellos se encuentra una nueva serie de ‘cercamientos’ que han expropiado a millones de productores agrarios de su tierra, además de la pauperización masiva y la criminalización de los trabajadores” [16]

En particular, me interesa señalar como, para la autora,

“Marx (…) consideraba [el desarrollo capitalista] como un paso necesario en el proceso de liberación humana. (…) Cada fase de la globalización capitalista, incluida la actual, ha venido acompañada de un retorno a los aspectos más violentos de la acumulación primitiva, lo que demuestra que la continua expulsión de los campesinos de la tierra, la guerra y el saqueo a escala global y la degradación de las mujeres son condiciones necesarias para la existencia del capitalismo en cualquier época” [17]

Efectivamente, la destrucción de la cultura popular europea, y sus substitución por una cultura de masas es similar al actual proceso de expansión capitalista que está destruyendo numerosas culturas vernáculas en el resto del mundo.


4. Algunos aspectos de la cultura popular que pueden proporcionarnos enseñanzas provechosas

La Cultura Popular Europea, como muchas otras culturas vernáculas, pasadas y actuales, no sólo ofrece a nuestra consideración elementos de carácter estético, sino también, y de forma significativa, rasgos colectivos. De entre ellos destacaremos tres: la importancia de las formas sociales comunitarias; la relación de no separación con la naturaleza (o la conducta ecológica avant la lettre); y la sabiduría popular y el papel de la mujer, dignificado lejos de la igualdad homogeneizadora. Obviamente no se trata más que de señalar de forma sucinta éstos aspectos sin mayor profundización.


La cultura popular europea y el ámbito de la comunidad.

 “Il faut imaginer chaque homme non comme un individu mais comme une partie d’une collectivité” Robert Muchembled [18]

Desde diversos ángulos se ha subrayado cómo la cultura popular europea, al igual que muchas otras culturas vernáculas, se basaba en lo que podemos denominar el ámbito de la comunidad, -lo que en inglés se conoce como commons-, tanto por lo que respecta al lugar de las personas en la comunidad y sus relaciones recíprocas como a la tenencia y uso de la tierra.

Siendo la cultura popular europea de base eminentemente agraria, su modo de ser era esencialmente comunitario, es decir, no individualista, del mismo modo que lo son actualmente las diferentes culturas vernáculas que sobreviven al desarrollo. De forma específica, la tierra no es un bien, no es un recurso explotable, sino que forma parte de la propia comunidad a la que están unidas de forma inextricable.


La relación con la naturaleza

Mientras el suelo era la madre sagrada, el seno de la vida de la naturaleza y de la sociedad, su inviolabilidad fue el principio organizativo de sociedades que el «desarrollo» ha declarado atrasadas y primitivas.” Vandana Shiva [19]

Tanto para la cultura popular tradicional europea como para las culturas vernáculas, la tierra es sagrada. Como señala Muchembled, la coherencia de esta cultura reside

dans une interprétation résolument animiste du monde (…) L’univers magique est d’abord celui d’une certaine qualité de la vie et surtout de la mort” [20].

Es justamente este carácter sagrado el que sanciona la imposibilidad de explotar la tierra como un recurso y por ello podemos ver en la conducta de estas culturas comportamientos que ahora descubrimos como ecológicos porque preservan la naturaleza de su destrucción, al no estar sometidas estas sociedades a la lógica económica del crecimiento ilimitado, lo que, por cierto, denota que existe una sabiduría popular que ha sido ahogada por el feroz predominio de la ciencia moderna. [21]


La sabiduría popular

Todo el proyecto científico, y toda la racionalidad ilustrada (y la política que la acompaña), pueden pensarse como una des-comunal empresa contra las culturas populares y los saberes vernáculos. Desde su origen, hasta nuestros días, en que se ha disfrazado bajo el lenguaje de la modernización y el desarrollo”. Emmánuel Lizcano [22]

La Modernidad ha traído consigo la instauración de la Ciencia Moderna como única forma admitida de conocimiento, lo que ha significado la condena de cualesquiera otras formas posibles, en particular, lo que podemos denominar sabiduría popular. Paradójicamente, este saber está siendo actualmente reconocido en tanto que está siendo expropiado, lo que constituye un nuevo cerramiento de lo común (enclosure of the commons), mediante la patente por parte de empresas transnacionales de los conocimientos de los pueblos indígenas sobre la flora autóctona y sus propiedades medicinales [23].

Un aspecto fundamental de la destrucción de la cultura popular tradicional, sobre todo por parte de la Iglesia, consistió en transformar la sabiduría popular en superstición. Las mujeres eran quienes detentaban y transmitían esencialmente la sabiduría popular, por lo que, para extirpar las supersticiones se atacó directamente a las mujeres, lo que explica en gran medida la importancia de la caza de brujas [24].

En definitiva, las culturas vernáculas y, en particular, la cultura popular tradicional europea, nos invitan a reconsiderar los límites de nuestra propia modernidad, sometida a la lógica económica del crecimiento ilimitado y cuyas manifestaciones ecológicas, éticas y sociales estamos comenzando a percibir en su dolorosa dimensión.


[1] Michel de Certeau, La culture au pluriel, Paris, UGE, 1974, p. 55

[2] Robert Muchembled, Culture populaire et culture des élites dans la France moderne (XV –XVIII siècle) Paris, Flammarion,  1978, p. 220

[3] Gustavo Esteva & Madhu Suri Prakash, Grassroots Post-Modernism. Remaking the Soil of Cultures London, Zed Books, 1998, p. 110

[4] Quisiera justificar el amplio uso de citas en este escrito con las palabras de Walter Benjamin: “Las citas en mis trabajos son como ladrones junto a la carretera que realizan un ataque armado y exoneran a un holgazán de sus convicciones” (Citado en Hannah Arendt Hombres en tiempos de oscuridad, Barcelona: Gedisa , 1992 (1955), p. 178)

[5] Raimon Panikkar “La diversidad como presupuesto para la armonía entre los pueblos” en Wiñay Marka, No. 20, Barcelona, mayo 1993 , p. 18

[6] Muchembled, Ibid, p. 285

[7] Consell Nacional de la Cultura i de les Arts

[8] CoNCA,  Informe anual sobre el estado de la Cultura y de las Artes en Cataluña, 2010, p. 174,5

[9] “(…)en este informe anual se ha evaluado la situación de algunos ámbitos que parecía importante considerar, sin pretensiones de incluirlos a todos en esta primera edición: las artes visuales, la fotografía, el cine, el diseño, la arquitectura, el teatro, la danza, el circo, la música, los libros y la edición, la cultura científica y la cultura popular y tradicional.” CoNCA, p. 14

[10] Peter Burke, La cultura popular en la Europa Moderna, Madrid, Alianza, 1991 [1978], p. 376

[11] Fernand Braudel, Écrits sur l’histoire, Paris, Flammarion, 1969. (p. 259,60)

[12] Ibid. (p. 260,1)

[13] Panikkar, op. cit. p. 19

[14] Silvia Federici, Caliban y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria,  Madrid, Traficantes de sueños, 2010 [2004], p.

[15] Federici, p. 126. Burke utiliza la expresión “reforma  de la cultura popular”, aunque el sentido es el mismo.

[16] Federici, p. 21,2

[17] Ibid (p. 23,4)

[18] Muchembled, op. cit. p. 51.

[19] Vandana Shiva, “El vínculo sagrado con la tierra”, Revista Alcione, nº 14, en  http://alcione.cl/wp2/?p=229

[20] Muchembled, p. 80. Ver también Burke, p. 301.

[21] Vandana Shiva ha tratado este tema extensamente.

[22] Emmánuel Lizcano, Metáforas que nos piensan. Sobre ciencia, democracia y otras poderosas ficciones. Traficantes de Sueños, 2006. p. 196

[23] Véase, por ejemplo, Jeremiy Rifkin, El siglo de la biotecnología, Barcelona, Crítica, 1999, especialmente el Capítulo “, “La vida, patentada”. Vandana Shiva, Biopiratería, Barcelona, Icaria ,2001; y Cosecha robada, Barcelona , Paidós, 2003

[24] Muchembled, en particular el capítulo V, y especialmente Federici, capítulo 4, quien destaca la importancia de la caza de brujas en el proceso de acumulación primitiva.

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